4 may 2011

P.J. Harvey se convierte en investigadora de guerra

CHRISTIAN ANTÓN// Hay periodistas de guerra, fotógrafos de guerra y Polly Jean ha creado la profesión de cantante de guerra. Partiendo del título ya podemos imaginarnos por donde van los tiros, partiendo del comienzo del disco (“the West’s asleep”) podemos intuir su reflexión. El octavo trabajo de PJ Harvey es una obra de arte lírica, no seremos menos al empezar a analizar esta faceta como lo han hecho otros medios, es imposible no fijarse en el trabajo de documentación que ha hecho la artista británica para escribir los poemas de este Let England Shake. Porque ha sido una grabación cuyo punto de partida ha sido el trabajo de investigación sobre la guerra, no sus impresiones políticas (aunque también están impregnadas); Harvey imaginó el álbum como si fuera realmente una corresponsal de guerra. El disco refleja una fuerte respuesta emocional de lo que es la experiencia de vivir un conflicto armado, utilizando también las memorias de otra gente. La plasmación de la fiel realidad ha sido tal que le ha valido que el Imperial War Museum la haya invitado a visitar zonas de guerra en las que está envuelta el ejército británico.
En estos tiempos donde no hay una sola banda que escriba canciones-protesta en Inglaterra (mejor no hablar de Estados Unidos), si Joe Strummer levantara la cabeza cogería un micrófono de la BBC para hacer varias proclamas, Polly Jean, de 41 años, saca lo que no tiene la juventud de hoy. Ejemplo accesible: “soldiers fell like lumps of meat, blown and shot out beyond belief, arms and legs were in the trees”, canta en The Words That Maketh Murder. No son piezas-protesta en sí (ya dijo Dylan que nunca hay intención de hacerla así como en Blowin’ In The Wind) porque han sido conscientemente redactadas, pero sí reflejan una fiel realidad que puede calificarse como una dura crítica política y social en un pequeño atisbo de levantar la voz: “the country I lost”, dice en England o “England’s dead” en Let England Shake.
PJ Harvey es diferente. Capaz de elaborar un documento histórico en forma de disco (hasta en tres canciones menciona la batalla de Galipoli en 1915 de la I Guerra Mundial en una sangría de soldados ingleses como una reseña de crítica hacia el vil colonialismo británico), capaz de que sus sangrientas melodías eviten todos los malos clichés de la actual música británica (desde el ñoño folk hasta los sintetizadores “hasta-en-la-sopa”), capaz de alterar el registro de voz de una canción a otra con tremenda facilidad. Dentro de estas perturbadoras letras, hace un trabajo diferente, ya dijo ella una vez que su mayor miedo era repetirse.
Su voz, siempre bella, engalona, encandila, hipnotiza, abstrae, suelta esos polvos mágicos (The Last Living Rose) que pueden llevar a la línea armónica más melancólica cuando el álbum ya se apaga (Hanging In The Wire), tristeza ya palpable en el anterior track donde incita sus vocales hacia el ahogamiento; y es que en Bitter Branches Harvey atormenta esa voz, la hace desesperada en un grito triste. Previamente deja registros dramáticos de soprano en Battleship Hill, por el título se vislumbra la épica con la que arranca, donde la voz masculina ascendente, la fluida guitarra y la iglesia como estudio en que se grabó hacen de la pieza una de las mejores del álbum.
Sin embargo, All & Everyone se lleva el premio a la canción más preciosista dentro de este oscuro disco: “death was everywhere, in the air, in the sound”, brilla Polly Jean por encima de la pausada, hilada y grisácea armonía. Como siempre John Parish ha sido su pareja artística para producir este álbum; si está Parish pocas pegas hay que poner al oscurantismo y la tenebrosidad (en ciertos segmentos) de una línea sonora que sigue el camino paralelo de las letras y la voz de PJ Harvey.



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