2 may 2011

´La bien querida´, nueva concepción sonora

SUSANA ALCAIDE // Ana Fernández-Villaverde es el ejemplo de como exprimir una virtud a la máxima potencia posible. Empezando una carrera musical tarde y no estando dotada instrumentalmente como otros músicos, tiró de guitarra, puntiagudo descaro para contar lo que es el amor y se rodeó de las personas adecuadas (Elefant Records) para convertir todo eso en pop. Romancero (2009)su álbum debut, fue bien recibido porque nuestra sangre española eternamente popera (ese anhelo pop heredado de los treinteañeros de hoy continúa bajando de generación) necesita entregarse a los colmillos de las historias de los desfases amorosos.

Fiesta, sin ser continuista en cuanto a sonido sino que un paso obligado hacia delante, sí que trasluce el mismo espíritu de relatos sentimentales de amor y ruptura, pero esta vez con esas promesas ilusorias que nos hacemos: “de todos mis fracasos aprendí y aunque te extrañe voy a intentarlo una vez más”, dice en La Muralla China. Un segundo disco, que a excepción del sencillo Hoy, no sigue la misma estela que el primero, se palpa el avance natural. Un paso, quizás medido para evitar excesivas extravagancias con vistas a un crecimiento hacia otras esferas sonoras en el futuro, quizás expansión ordinaria de un músico para no quedarse estancado.


Un álbum de mayor recorrido, donde La Bien Querida sigue contando las cosas de forma natural y sencilla, esas letras punzantes y cercanas (“a veces solo me tranquiliza pergarte muy fuerte”), donde las melodías entremezclan acertadamente estilos inesperados. Ella se quedará por aquí: “me quedo por aquí y esto que me ha pasado lo voy a repetir. (…) Tengo los ases, los reyes y las damas, y hago lo que me da la gana”, saca mucho zumo de lo más fácil, pese a sus limitaciones, contar las cosas de la manera más natural.Abre la grabación con cierto aroma de palmas flamencas enNoviembre, más bien palmas festivas, para derivar la armonía a una atmósfera cósmica pesando como una letanía. El pop aflamencado asoma de cortina de fondo en otras piezas comoEn El Hemisferio Austral Me Quedo Por Aquí, amagos de las posibles intenciones de Ana para los próximos discos de bañar sus canciones con esa influencia de sus queridos Los Planetas. Sobresaliente aquí la labor de David Rodríguez (producción e instrumentación) por hacer de cada canción una historia sónica dispar, desde la ranchera (con toque de vals) Lunes de Pascua hasta la rumbera Queridos Tamarindos, pasando por los emocionantes arreglos de Cuando El Amor Se Olvida.

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